Como el Estadio Azteca en México, el célebre Maracaná de Río de Janeiro o el Monumental de Buenos Aires, es uno de esos recintos deportivos que pueden catalogarse de monumento histórico.
Con capacidad actualmente para más de 48 mil espectadores, el “Coloso de Ñuñoa” como también se le conoce, fue inaugurado el 3 de diciembre de 1938 con entrada libre.
El público presente en sus gradas asistió entonces a una revista de gimnasia y un desfile de clubes deportivos, un día antes de que el club chileno Colo-Colo venciera en su cancha al brasileño Sao Cristóvao por goleada (6-3).
Es el estadio en el que más partidos se han jugado de la Copa América con 74, aunque tal vez el más especial para los chilenos sea la final de 2015, en la que la Roja de Arturo Vidal, Claudio Bravo y Alexis Sánchez se impuso por penales a la Argentina de Lionel Messi, Gonzalo Higuaín y Éver Banega.
Pero antes, en 1962, acogió la séptima Copa Mundial de Fútbol, para cuya ocasión se remodeló eliminando entonces la pista de ciclismo que lo circunvalaba.
Todavía en su interior resuena el rugido de la grada cuando Eladio Rojas le dio a Chile el triunfo sobre Yugoslavia en el último minuto del choque por el tercer puesto, y también el eco de los goles con que Garrincha y Vavá llevaron a Brasil a ganar su segundo entorchado.
Más allá del deporte, ha atestiguado eventos de relevancia cultural y política como la celebración del Nobel de Literatura otorgado a Pablo Neruda en enero de 1972 y el discurso de despedida de Fidel Castro tras su visita al país un mes antes o el encuentro con jóvenes que sostuvo el papa Juan Pablo II en 1987.
Y en él se han dado auténticos baños de masas en megaconciertos destacados músicos como Rod Stewart, Cyndi Lauper, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Sting, Ray Charles y Roger Waters.
Una página oscura en su historia, sin embargo, se relaciona directamente con el Golpe de Estado de 1973, que derrocó al presidente Salvador Allende, toda vez que sus instalaciones se utilizaron entonces como centro de detención y tortura para opositores a la Dictadura Militar. Y se estima que más de 40 mil personas fueron recluidas allí en ese periodo.
Hoy, por fortuna, lejos ya de ese pasado, el Estadio Nacional volverá a vestir sus mejores galas para rebatir aquel mote de “elefante blanco” con que fue etiquetado en sus primeros años, cuando se pensaba que nunca podría llenarse.
rgh/abc