Tras ganar por no presentación su primer combate, hoy sumó su segunda victoria —ahora sí por la vía de los puños— ante el canadiense Marcel Mouafo en la división de los superpesados.
“Llevo muy pocos entrenamientos por una lesión que tuve. Vine a hacer guanteo al final aquí en Chile, pero en esta pelea me sentí muy bien y la próxima será mejor”, declara en zona mixta el flamante subcampeón mundial de Tashkent.
Afirma que su objetivo es estar en la cima del podio en la capital chilena y que su referente en el boxeo es el también cubano Julio César la Cruz, cuyo estilo a la riposta parece haber incorporado bien, danzando entre las doce cuerdas con rapidez pese a su envergadura.
Y como La Cruz también se le ve desenvuelto cuando desciende del ring en el Centro de Entrenamiento Olímpico de Ñuñoa.
Acude al examen ocular que realizan los oficiales médicos de la competencia, responde luego a las preguntas de los periodistas en la zona mixta y termina mezclado con el público, complaciendo a todo aquel que le reclama posar para una foto.
Lo hace con una sonrisa y ahí debajo, ya sin los guantes, no esquiva a nadie. Como La Cruz hace tiempo, Arzola a sus 20 años también comienza a encarar con humildad lo que es convertirse en una estrella.
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