En las finales de la disciplina, que finaliza hoy, Estados Unidos mantiene su férrea hegemonía de toda la vida. Ha ganado 17 pruebas de las 31 efectuadas hasta este miércoles y Canadá sigue su estela, con ocho oros.
Pero los aficionados brasileños no pierden la esperanza y animan y animan, especialmente cada vez que sale a la piscina un espigado tritón carioca. Se llama Guilherme Costa y es uno de los herederos de César Cielo y “´Super Thiago” Pereira.
De hecho, en estos Juegos ya ha grabado su nombre con letras doradas, no solo al ganar tres títulos en los eventos de 400, 800 y el relevo de 4×200 metros estilo libre, sino que encima lo ha hecho dejando estampados sendos récords panamericanos.
O Cachorrao (El Cachorro, en español), como le apodan, ya había ganado un oro panamericano en los 1500 metros de Lima 2019, pero entonces no pudo participar en otras pruebas porque estuvo enfermo durante gran parte de las eliminatorias.
Ahora en la capital chilena, a sus 25 años, vino a sacar el mayor botín posible de la alberca y ha dejado en plata dos veces al venezolano Alfonso Mestre, que también compitió de forma sobresaliente.
Sin la presencia del experimentado Bruno Fratus, quien se recupera de una lesión, además de Costa, Brasil cuenta con el aporte dorado de otro Guilherme, Santos de apellido y natural de Salvador de Bahía, quien se coronó en los 100 metros libre y las postas 4×100 de ese estilo y de 4×100 combinados mixto.
Ambos Guilhermes le dieron a Brasil seis de los 11 títulos con los cuales amaneció este miércoles en el cuarto escaño del medallero.
De ahí que los integrantes del Movimiento Verdeamarelho, como se llama la barra organizada del gigante sudamericano, no dude en acudir a animarlos al Centro Acuático para transmitir la efusividad de la samba y pedir más medallas como ofrenda al Cristo Redentor.
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