“No sé ni qué decir, soy puro nervio todavía. Estoy demasiado contenta con esta actuación. No fue mi mejor marca, pero lo di todo de corazón”, afirmó la cubana de 24 años, que estampó un crono de 11.36 segundos para darle a Cuba la segunda medalla de su historia en los Juegos en la prueba más rápida del atletismo.
Solo en La Habana 1991 la isla caribeña logró antes saborear el oro, cuando Liliana Allen se impuso con un crono muy parecido: 11.39 para batir a las estadounidenses Chryste Gaines (11.46) y Anita Howard (11.70) y a las jamaicanas Beverly McDonald (11.52) y Dahlia Duhaney (11.62).
Curiosamente, 32 años después, en la final de Santiago ni Jamaica ni Estados Unidos tenían corredoras en la final, una rareza en la velocidad de estos días.
Así que tras los pasos de García cruzaron los 100 metros la guyanesa Jasmine Abrams (11.52) y la trinitaria Michelle-lee Ahye (11.53).
Para la cubana que ganó una medalla de bronce en los Juegos Centroamericanos de San Salvador hace apenas cuatro meses, este título representa un salto increíble.
Dice, por cierto, que correrá también los 200 metros planos en estos Juegos, aunque no le gusta, y que ahí también tratará de dar lo mejor de sí para colgarse una medalla, si bien tendrá una rival dura de roer como la dominicana Marileidy Paulino, quien ya demostró de lo que es capaz en el relevo 4×400 mixto.
De momento, eso sí, pase lo que pase en esa carrera, la cubana ya es campeona panamericana de Santiago 2023, aunque todavía no se lo pueda creer.
jcm/abc