La carrera de los 100 con vallas en la capital chilena fue —tomando prestada la popular expresión de su país— pura vida para Costa Rica y pura adrenalina para ella, que además de luchar contra los elementos debió lanzarse con todo sobre la meta en un final de fotofinish que ganó con un crono de 13.06.
A solo tres centésimas de segundo, pasó silbando detrás de ella la cubana Greisys Roble, que remontó tras su arrancada tardía en una prueba que —como todo el atletismo este miércoles— estuvo marcada por la lluvia y el frío.
“Tuve que apretar el paso ahí porque antes pegué en varias vallas y sabía que tenía que hacer un cierre espectacular en un final tan cerrado”, declaró la tica Vargas, inmediatamente después de haber revalidado su título de Lima 2019.
Asimismo, soslayó que al ganar en la capital peruana ni siquiera pensó que podría repetir el triunfo cuatro años más tarde.
“Quién sabía entonces que iba a poder estar en Santiago ganando ahora una segunda medalla de oro. Para mí es como, ‘¡Wow! Nunca lo había pensado’”, añadió, al explicar que esta vez afrontó la presión de la competencia mucho más tranquila que en Lima.
“Han sido años duros. No se imaginan cuánto, porque he tenido desde entonces a acá prácticamente tres años de puras lesiones, donde cada vez que iba recuperando el nivel una lesión me sacaba de paso hasta estos últimos meses”, dijo.
Por esa situación, Vargas realizó una promesa a la Virgen de los Ángeles que ahora podrá cumplir feliz, tras aportar a Costa Rica su primer metal dorado en estos Juegos.
“El próximo año tengo retos muy grandes y espero seguir dando lo mejor para mi país. Estoy muy cerca de clasificar a los Juegos Olímpicos y espero que este triunfo me ayude mucho para seguir avanzando paso a paso”, declaró la corredora, quien para aprender a lidiar con el frío en competencias como esta se marchó a entrenar a Portland, Estados Unidos.
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