“Son 43 versiones y nos toca siempre mirar atrás para saber si estamos cumpliendo el motivo principal por el cual fue creado, identificar qué nuevas narrativas cinematográficas están aportando a la lectura de nuestras coyunturas, a la construcción de la patria grande”, afirmó en entrevista a Prensa Latina.
Poco antes de partir hacia la capital de Cuba, Molina dijo a esta agencia de noticias que se trata de un acontecimiento cultural al que le toca visibilizar y posicionar las diferentes formas de ver la vida en un continente donde muchos realizadores asumen los procesos de descolonización respecto al lenguaje hegemónico.
Significó el egresado como realizador de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, que esos procesos de hegemonismo del lenguaje también se desarrollan y se establecen en la cinematografía.
“Entonces, buscar en este tipo de creaciones la integralidad en sí misma ya es un desafío, y lograr que se convierta en una metodología para entender mejor la vida es el otro reto”, consideró.
Al referirse al papel que en su opinión corresponde al séptimo arte de América Latina y el Caribe en el proceso de integración y descolonización cultural de la región, el intelectual boliviano subrayó que esta manifestación artística es el álbum fotográfico familiar de las realidades continentales.
“Cuando nos comparamos -indicó Molina-, encontramos más similitudes que diferencias entre nosotros, los habitantes del Abya Yala”
Enfatizó en que el cine ha sido y seguirá siendo un amplificador de experiencias, a partir de las cuales es posible mejorar y fortalecer la integración en América Latina y el Caribe.
Razonó que el arte cinematográfico ya es integrador desde su concepto de movilizador, desde que se asume que no tiene fronteras al reflejar la cercanía “de nuestros usos y costumbres en nuestras relaciones entre los seres vivos y con nuestra madre tierra”.
Molina retomó el tema de la descolonización para reiterar que a los creadores de la región corresponde releer la realidad desde sus culturas y no desde la hegemónica impuesta.
Respecto al cine indicó que le corresponde liberarse del paradigma occidental y revalorizar las propias formas narrativas audiovisuales desde una óptica enraizada en antecedentes previos a la invasión colonizadora.
En relación con la calidad de la creación cinematográfica boliviana actual, Molina expresó optimismo, y dijo a Prensa Latina que refleja compromiso y brinda esperanza.
“Las últimas películas de las nuevas generaciones me llenan de alegría, de emociones y de sueños atrevidos, encuentro en ellas que llegaron los tiempos de mirarnos hacia adentro y encontrarnos mediante la convivencia y la construcción de la memoria común”.
Explicó que siente esa satisfacción porque piensa que al cine latinoamericano le corresponde posicionar a todos aquellos que viven en la clandestinidad de las sociedades y otorgarles una imagen pública, una existencia plena.
rgh/jpm