Por Lemay Padrón Oliveros
Por esa razón los organizadores decidieron conformar una buena delegación, y para eso utilizaron el mismo sistema con el cual conforman sus equipos olímpicos, mediante pruebas eliminatorias que otorgaban plazas a los tres primeros lugares.
Los Juegos habían sido programados inicialmente en Cleveland, pero debido a una decisión del Congreso estadounidense de recortar el presupuesto económico, la principal ciudad de Ohio se vio forzada a retirar la sede.
Chicago entonces asumió la responsabilidad, y el día señalado estuvieron presentes en el Soldier Field representantes de los dos mil 263 atletas que participaron en los 18 deportes convocados, recibidos por una multitud calculada en 40 mil personas.
Como deportes debutaron el yatismo y la gimnasia artística para damas, y como países Bermudas y Guyana.
Como era de esperarse, Estados Unidos fue el amplio dominador, con 115 medallas de oro, 69 de plata y 52 de bronce, al ganar en atletismo, baloncesto, ecuestre, esgrima, gimnasia, halterofilia, natación, voleibol, vela, pentatlón, remo, tiro, lucha y polo acuático.
El predominio fue tal que la Organización Deportiva Panamericana (Odepa) tomó la decisión de que en lo adelante cada país podía enviar solamente a dos competidores por especialidad, para evitar las barridas.
Detrás se ubicó Argentina (9-19-11), que festejó grandemente la tercera coronación consecutiva en fútbol, y el cetro de Oswaldo Suárez en 10 mil metros planos, además de los triunfos de sus ciclistas y boxeadores.
Brasil mejoró con respecto a sus actuaciones precedentes, quizás pensando en la sede de Sao Paolo 1963, y ocupó la tercera plaza, al finalizar con cosecha de 22 galardones (8-8-6), mientras que Cuba quedaba octava (2-4-4), un escaño por delante de lo alcanzado en la versión de México 1955.
La referencia a Cuba es necesaria porque apenas unos meses antes había triunfado su Revolución y no tuvo tiempo de preparar adecuadamente a su comitiva, pero el fruto de los cambios comenzaría a apreciarse en las venideras citas continentales. En sentido general, de las 24 naciones asistentes al torneo, 19 de ellas pudieron subir al podio al menos una vez, incluidas pequeñas delegaciones como Haití (0-1-0), la debutante Guyana (0-0-3) y Antillas Holandesas (0-0-1).
A la hora de hablar de destacados se debe mencionar en primer orden al triplista brasileño Adhemar Ferreira Da Silva, quien alcanzó aquí la condición de leyenda, gracias a la conquista de su tercer título consecutivo en Juegos Panamericanos.
Tras celebrar sus conquistas en Buenos Aires 1951 (15.19 metros) y México 1955 (16.56), Da Silva se estiró hasta 15.90 para eslabonar su tercer cetro en sucesión, una hazaña que debió esperar 40 años para verse igualada por el cubano Yoelbis Quesada en Winnipeg 1999.
El canguro auriverde fue uno de los pocos que logró arrebatarle un cetro a la fortísima escuadra atlética anfitriona, en cuyas filas había figuras como el cuatro veces campeón olímpico Al Oerter y Wilma Rudolph, quien brillaría al año siguiente en los Olímpicos de Roma 1960.
Otros que desafiaron el dominio estadounidense en el Deporte rey fueron la jabalinista chilena Marlene Ahrens, el velocista jamaicano George Kerr, el mencionado fondista Osvaldo Suárez, la vallista cubana Bertha Díaz y el relevo 4×400 de Jamaica.
La espigada y rubia Ahrens se impuso sin problemas, convertida en una gloria del deporte de su país, pues era y sigue siendo la única mujer chilena en subir a un podio olímpico, al ser segunda en la cita estival de Melbourne 1956.
Por su parte, el argentino Suárez hizo una nueva demostración de su gran categoría como fondista al revalidar el título panamericano de los 10 mil y obtener la segunda plaza en los cinco mil, que había dominado también en México 1955.
Su racha de triunfos continuó cuatro años después en los Juegos de Sao Paulo 1963, donde ganó el oro en la distancia más corta y la plata en la más larga, para cerrar su brillante actuación panamericana con cuatro oros y tres platas.
El estadounidense Ray Norton fue triple campeón con victorias en 100, 200 y 4×100, y el único 1-2-3 que no fue para los organizadores ocurrió en los 400 metros lisos, cuyo podio fue copado por tres jamaicanos: George Kerr, Basil Ince y Melville Spence, por ese orden. Uno de los mayores reveses de los organizadores fue en el béisbol, donde Venezuela alcanzó su único título en estas lides.
Asimismo, el cubano Juan Torres fue el único capaz de impedir la barrida de los locales en el levantamiento de pesas, al imponerse en la división de 67 kilogramos.
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