Por Julio César Mejías
La fiesta continental del deporte batió todos los récords de participación, pues según estadísticas oficiales de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa) allí acudieron 5 mil 29 participantes entre atletas, técnicos y dirigentes de las delegaciones.
En ello influyó el número de pruebas incorporadas al programa oficial de competencias, 25 más que en México-75, incluidos los debuts de sóftbol en ambos sexos, tiro con arco y patinaje sobre ruedas, este último con pruebas de velocidad, modalidad artística y hockey.
Del total de participantes antes enunciado, 3 mil 700 fueron deportistas de 34 de las 35 naciones pertenecientes a la Odepa en ese momento y sólo se ausentó Nicaragua, inmerso en la Revolución Sandinista, que depuso al dictador Anastasio Somoza el 19 de julio de ese propio año, cuatro días después de la clausura de estos Juegos.
La convocatoria incluyó 22 deportes y Estados Unidos dominó el medallero con un total de 266 preseas, 125 de ellas de oro —ocho más que en México—, escoltado por Cuba con 145 en total y 64 doradas, que superó en siete a su cosecha anterior.
Los estadounidenses barrieron en equitación, mientras en natación solo se escapó uno de los 29 títulos disputados, el de los 200 m pecho para damas ganado por la canadiense Anne Cagnon.
Igualmente triunfaron en tiro (12 de 18), lucha (14 de 20), y atletismo (25 de 39), además de ratificar su dominio en deportes colectivos como baloncesto (m), polo acuático (m) y el debutante sóftbol (f).
Cuba dominó en levantamiento de pesas (23 de 30), esgrima (seis de ocho) y gimnasia artística (m), en tanto sus equipos de béisbol y voleibol en ambos sexos se coronaron por tercera ocasión consecutiva, y sumó un impresionante triunfo del baloncesto (f), equipo en el cual brilló la entonces novata y posterior estrella mundial Leonor Borrell.
Como peculiaridad resalta el hecho de que el equipo antillano ganó cinco preseas doradas en el boxeo, una más que el estadounidense, pero este obtuvo el escalón primero por colectivo por mayor cantidad de puntos de acuerdo con las reglas de la Federación Internacional de este deporte.
Canadá se impuso en ciclismo (tres de seis), sóftbol (m), la gimnasia artística (f) y el nado sincronizado (ganó en sólo y dueto con la estrella del momento, Helen Vanderburg).
Brasil obtuvo la mitad de los ocho títulos disputados en el judo y su infaltable oro en fútbol, mientras Argentina ascendió en el medallero, debido particularmente a sus seis oros en el debut del patinaje de velocidad y demás triunfos como el de hockey sobre césped.
Varias individualidades se granjearon la admiración de la afición, como el velocista cubano Silvio Leonard, el saltador brasileño Joao Carlos de Oliveira, los marchistas mexicanos Daniel Bautista y Raúl González, y la corredora estadounidense Evelyn Ashford.
Leonard se convirtió en el quinto velocista, segundo cubano, que logró el doblete en 100 y 200 m, pues antecedieron su compatriota Rafael Fortún (Buenos Aires 1951), los estadounidenses Rodney Richard (México 1955) y Ray Norton (Chicago 1959) y el jamaicano Donald Quarrie (Cali 1971).
De Oliveira revalidó sus títulos en triple y salto largo, en esta última por delante del cubano David Giralt y de un espigado jovencito estadounidense que tímidamente se daba a conocer en la pista internacional, Carl Lewis.
El campeón olímpico Bautista conquistó su segundo cetro panamericano en la marcha de 20 km, en tanto su paisano González lograba su primero en los 50, antesala de sus éxitos posteriores tanto en el ámbito continental como olímpico y mundial.
Ashford también consiguió títulos en 100 y 200 m, distancia esta última en la que se asomó con un bronce otra figura que posteriormente se convertiría en leyenda del atletismo de todos los tiempos, la jamaicana Merlene Ottey, bronce estival un año después en Moscú-1980 y multimedallista en otras citas olímpicas y mundiales.
Inesperadamente el doble monarca olímpico cubano Alberto Juantorena no pudo incorporar en su palmarés un oro panamericano, al ser superado por los estadounidenses Anthony Darden y James Robinson en 400 y 800 m, respectivamente.
Quienes sí ratificaron su brillo fueron las lanzadoras cubanas: Carmen Romero se agenció su tercera corona consecutiva en disco, María Elena Sarría su segunda de tres en bala y María Caridad Colón su primera en jabalina, antesala de su gran triunfo olímpico en la urbe moscovita.
No podía faltar en este recuento el inobjetable triunfo del clavadista estadounidense Greg Louganis, quien venció a sus más experimentados rivales, su compatriota Philip Boggs y el mexicano Carlos Girón, tanto en trampolín como en plataforma.
El ciclista canadiense Gordon Singleton se coronó campeón en velocidad y kilómetro contra reloj, prueba esta última en la cual mantuvo el dominio de su país, tras los triunfos de Jocelyn Lowell en Cali-71 y México-75.
El sablista cubano Manuel Ortiz ganó su segundo cetro individual consecutivo y tercero de cuatro en la modalidad de equipos, mientras su compatriota Margarita Rodríguez fue sorprendida por su coeequipera Mercedes del Risco, quien le impidió su tercer oro consecutivo en el florete para damas, hazaña a la cual llegó después en Caracas-83.
En natación, un trío de estadounidenses se colgaron par de oros al cuello en eventos individuales: el pechista Steve Lundquist (100 y 200 m), el estilista Jesse Vasallo (200 y 400 combinados) y el librista Brian Goodell (400 y 1500 m), este último vencedor en ambas distancias del brasileño Djan Madruga.
Las mujeres norteñas no fueron menos, con protagonismo para Cynthia Woodhead, campeona en 100, 200 y 400 m libres, además de los dos relevos, escoltada por Tracy Caulkins, titular en 200 y 400 m combinados e integrante también de ambas cuartetas doradas.
Varios voleibolistas cubanos sobresalieron al conquistar su tercer cetro panamericano consecutivo: Ernesto Martínez, Leonel Marshall, Diego Lapera, Alfredo Figueredo, Mercedes Pérez, Mercedes Pomares, Ana Ibis Díaz y Mavis Guilarte.
En la edición multideportiva panamericana en San Juan se instauraron los exámenes probatorios de sexo y también se realizaron los análisis antidopaje con más de 700 muestras y un solo caso positivo, que se mantuvo en el anonimato debido a que se trató de un competidor que no obtuvo medallas, aunque sí fue informada la federación internacional correspondiente.
Para los puertorriqueños los Panamericanos de 1979 constituyen el mayor espectáculo deportivo organizado por la isla, aunque han acogido también los Centroamericanos y del Caribe de San Juan-66, Ponce-93 y Mayagüez-2010, además del campeonato del mundo de baloncesto en 1974 y subsede del primer Clásico Mundial de béisbol.
La cita apenas se vio empañada por el gran abucheo al gobernador Carlos Romero Barceló, máxima autoridad en el momento, a quien se le imputó la decisión de izar la bandera y ejecutar el himno de Estados Unidos antes de similar procedimiento con los símbolos boricuas.
Barceló recibió la rechifla tanto en la ceremonia de apertura como en el acto de clausura.
Otro suceso extradeportivo que no olvidan los citadinos, fue el protagonizado por el directivo del equipo estadounidense de baloncesto Bobby Knight, arrestado tras agredir a un policía, instantes después de ser expulsado de un partido.
Famoso por sus arranques de ira, Knight hizo gestos ofensivos antes de entrar a la aeronave en la cual retornó a Estados Unidos y nunca regresó a enfrentar las acusaciones.
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