Y no es fortuito. Salvo en dos divisiones masculinas —los 66 y 100 kg—, ambas potencias del continente se repartieron todos los títulos de la competencia individual: siete para lo auriverdes y cinco de la nación caribeña.
En realidad, Cuba sigue siendo la gran dominadora del medallero del judo históricamente con 156 medallas en los Juegos (73-26-57), sobre todo a partir de La Habana 1991.
Pero Brasil no se queda atrás. En lo que va de este siglo siempre ha alternado con la isla en la cima, y cada vez exhibe más resultados a nivel olímpico y en campeonatos mundiales.
“Brasil viene muy fuerte”, coinciden ahora casi todos los periodistas en la zona mixta del Centro de Deportes de Contacto, mientras los colegas brasileños no paran de entrevistar a sus compatriotas medallistas.
En algunas divisiones han presentado más de un competidor y, además de una nueva hornada con mucho talento, para estos Juegos han recuperado a la multilaureda Rafaela Silva.
Cuba, por su parte, no tendrá hoy equipo completo, pues no trajo competidoras en las tres categorías femeninas más pequeñas.
Aun así, sus entrenadores, rezuman confianza después de ver este lunes reeditar sus coronas de Lima 2019 a Iván Silva (90 kg) y Andy Granda (+100), además de la fuera de serie Idalys Ortiz (+78).
“Brasil tiene un equipo grandísimo, que se prepara constantemente en Europa y Asia, pero nosotros como siempre nos crecemos”, señaló el técnico Yordanis Arencibia, que durante su etapa como atleta se midió múltiples veces al brasileño Joao Derly.
Para Iván Silva, asimismo, una eventual final con los sudamericanos tendría un sabor especial, pues “ellos nos ganaron en Calgary, Canadá, hace un mes. Y ahora aquí vamos a buscar esa revancha”.
Habrá que ver entonces cuál de los dos equipos logra el mayor número de ippones cuando el árbitro central dé hoy la voz de “Hajime”.
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