Por Nara Romero Rams
Corresponsal jefa en Etiopía
Los capítulos más recientes de esta colaboración datan de 2015, cuando un grupo de 19 colaboradores de la salud de la isla, compuesto tres electromédicos, dos nefrólogos, dos cardiólogos, tres enfermeras, un otorrino, un cirujano de cabeza y cuello, una neonatóloga y un especialista de anatomía patológica, pisaban suelo etíope.
Asimismo, venían un especialista maxilofacial, un cirujano general, un cirujano especialista en trasplantes renales y dos anestesiólogos, recordó el doctor Carlos Juan Puig González, jefe de la brigada médica cubana en el país africano.
En entrevista con Prensa Latina, Puig González, de la oriental provincia de Santiago de Cuba, comentó que las relaciones con la población fueron buenas desde el primer momento por los antecedentes históricos que unen a los pueblos de Cuba y Etiopía.
“Si hubo algo difícil al principio fue el tema del idioma. El amárico es difícil de aprender, pero el incremento de residentes etíopes trabajando junto con los médicos cubanos ayudó a mejorar la comunicación con los pacientes a lo largo del tiempo, aunque continúa siendo un reto”, afirmó.
Desde el punto de vista profesional, precisó el cirujano maxilofacial, trabajar en la misión médica es toda una escuela por las diferentes patologías que se diagnostican en las consultas, pero hay otras realmente asombrosas, como el tamaño de los tumores en el macizo facial.
“Las personas que acuden con mordidas de hiena, sobre todo aquellas en la cara, no dejan de impresionarme por el daño que ocasionan en la estructura ósea y su proceso de reconstrucción es largo, pero vale la pena porque sabes que con tu trabajo le devuelves la autoestima a esa persona que llegó prácticamente sin cara”, enfatizó.
Recordó el caso de un niño que iba camino a la escuela y fue atacado por una hiena que, según los etíopes, agreden a personas o animales por debajo de su tamaño. Imágenes a las que tuvo acceso esta agencia reflejaron el rostro totalmente deforme del menor sin ojo derecho ni mentón operado por el médico cubano.
Ese caso requirió varios injertos posteriormente, pero gracias al proceder del cirujano caribeño pudo recuperar en gran medida su rostro.
Las marcas en la piel del rostro y en otras partes del cuerpo propias de las diferentes etnias, estilos de vida o la cultura representativa de cada región del país también son una experiencia para esa especialidad médica.
CRECIMIENTO PROFESIONAL
Muchas son las anécdotas, historias de vida, momentos alegres por cada paciente recuperado, momentos tristes ante la pérdida de una vida, pero si se habla de crecimiento profesional en estos 60 años de colaboración médica cubana en el extranjero, la página de Etiopía tiene mucho que aportar.
A una pregunta de Prensa Latina sobre lo que implica enfrentarse a enfermedades a veces solo conocidas en los libros de medicina o diagnosticar un tratamiento no aplicado en Cuba por protocolo, el jefe de la brigada médica en este país africano comparte experiencias inolvidables.
Según Puig González, resulta asombroso y reconfortante ver el elevado por ciento de sobrevida de pacientes oncológicos en los que normalmente se contraindicaría la cirugía como forma de tratamiento.
“Esto implica que constantemente hay que estar estudiando nuevas formas de diagnóstico e incorporar conocimientos y prácticas de la literatura inglesa como base de un mejor intercambio ante situaciones médicas posibles”, explicó.
Desde el 2015 hasta la actualidad los galenos cubanos trabajaron en la ciudad de Jima, la más poblada del suroeste del país y ubicada en la región de Oromia, y en el hospital Gullele St. Pablus, en la capital; en este último resultan más comunes las operaciones o procederes maxilofaciales y de otorrinolaringología, agregó.
Mencionó también cirugías de traumatología facial, oncológica de cabeza y cuello, de labio y paladar hendido, reconstructiva mediante colgajo miocutáneos, injertos óseos y a través de otro método reconstructivo, otorrinolaringología, de tiroides, traquiplastia y disecciones de cuello.
Los servicios de urgencia igualmente resultan una escuela, porque es el momento de recibir heridas y fracturas abiertas, infecciones complicadas, personas atacadas por hienas y es ahí cuando debes poner en práctica todos tus conocimientos en cuestiones de minutos para estabilizar al paciente, subrayó.
Salvarle la vida, en muchos casos, depende de la decisión que tomes en cuestión de minutos, reveló.
Otro momento importante para la colaboración médica cubana aquí fue la posibilidad de trabajar con etíopes graduados en la isla, principalmente con el primer grupo llegado en 2015, en las especialidades de Urología y Cirugía General.
A decir de nuestro entrevistado, hubo muy buena relación e intercambio profesional porque el aprendizaje de los nacionales no se detuvo, al contrario, continuaron afianzando los conocimientos aprendidos en Cuba.
“Acabado de llegar aquí entré al salón de operaciones por una paciente con recurrencia tumoral y ya la intervención quirúrgica había empezado. Pero cuando entré los que estaban operando se separaron de la mesa y resulta que el cirujano al frente de la operación era graduado en Cuba y me invitó a unirme, me dio el bisturí para que terminara el caso. Fue una experiencia hermosa”, recordó.
En la actualidad, solo cuatro médicos integran la brigada médica cubana en Etiopía: además de Puig González, el especialista en Otorrinolaringología Danilo Vázquez Barnez (de la central provincia de Sancti Spíritus), el cirujano maxilofacial Jorge Aragón (Cienfuegos) y el especialista en Anatomía Patológica Ramón Portales (de la occidental provincia de Mayabeque).
Cuba continúa escribiendo páginas de entrega y sacrificio, pero sobre todo de solidaridad, esperanza y humanismo por medio de la medicina en Etiopía, pese a las barreras idiomáticas.
arb/nmr
