Oriunda de San Pedro de Macorís, a la muchacha que a los 12 años jugaba voleibol, le gustaba pasar por el gimnasio de pesas para ejercitar sus músculos y fue allí donde un entrenador descubrió su talento y la motivó.
Inteligente y agraciada, Rijo accedió a conversar con Prensa Latina acerca de sus inicios en el deporte, su fecunda carrera en la halterofilia y la familia que creó junto a Argelis Rodríguez, coronel de la fuerza aérea.
Comencé en las pesas muy joven, con solo 14 años en mi ciudad natal, pero fue a partir de los triunfos obtenidos en los Juegos Deportivos Nacionales de 1997, en ciudad de Mao, provincia Valverde (noroeste), donde me di a conocer al lograr en ese torneo tres medallas de oro en los 75 kilogramos (f).
Para ella, ese evento sentó los cimientos de lo que llegaría después: presea de plata en el Campeonato Mundial Juvenil en Georgia, Estados Unidos; tres títulos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, Venezuela, en 1998, y oro en los Panamericanos de Winnipeg, Canadá, en 1999.
Rijo rememoró que poco tiempo después participó en los Juegos Olímpicos en Sídney, en el año 2000, donde alcanzó el noveno lugar, pero el hecho de quedar entre las 10 primeras en ese entonces supo a oro a sus miles de seguidores, coincidieron en señalar a este medio de prensa dos colegas dominicanos, cronistas deportivos.
“Cada evento, cada marca, cada movimiento, era como un récord para mí. Siempre que salía a competir fuera de República Dominicana, expresó, mi objetivo era que las notas de nuestro himno nacional se escucharan en tierras extranjeras”.
Wanda Rijo ejecutó una carrera de éxito como atleta. Medalla al Mérito a la Mujer dominicana por sus liderazgos y aportes en el deporte, conquistó múltiples lauros en eventos internacionales en Guatemala, México, Colombia…
En los Juegos Panamericanos celebrados en Santo Domingo en 2003 fue la reina de las pesas al lograr un récord individual que llevo a sus manos la medalla de oro.
Un año más tarde, fue la abanderada de su país a las Olimpiadas de Atenas, en lo que sería el inicio del camino a su ulterior retiro.
En su ameno diálogo con Prensa Latina, comentó que a lo largo de su carrera sufrió varias lesiones como la calcificación de un codo que recuperó con terapias; una bursitis en el hombro izquierdo y desgaste en una rodilla, que la llevaron en dos ocasiones al quirófano.
Madre de tres hijas, la expesista participó en varias bases de entrenamiento en Hungría, Bielorrusia y Bulgaria, entre otros países, y de manera simultánea, mientras regalaba trofeos a República Dominicana, estudió la licenciatura en Contabilidad en la Universidad Nacional Pedro Enrique Ureña.
Poco después de su retiro, se casó con Argelis Rodríguez y juntos, dijo, construimos una familia muy linda, de aproximadamente 16 años de matrimonio.
Sara Nicole, Ana Isabella y Deborah Esther son la alegría de esta joven pareja. Sara, la mayor, tiene 14 años y siente inclinación por el voleibol, comentó orgullosa Rijo, quien recibió la exaltación al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano en 2016.
Rijo comenzó una relación con Dios, “a quien recibí como mi señor y mi salvador”, y en la actualidad, dijo, es pastora al igual que su esposo.
Autora del libro “Aliento de Vida”, en sus páginas cuenta sus vivencias desde una perspectiva cristiana “con el propósito, apuntó, de transmitir aliento a otras personas, para que reciban una palabra que las edifique e inspire”.
En su conversación con Prensa Latina, la campeona panamericana adelantó que próximamente escribirá otro volumen acerca de sus vivencias como atleta ligada al deporte durante 21 años.
También, en sus proyectos está colaborar más con el desarrollo del deporte en su país mediante charlas y seminarios dirigidos a las nuevas generaciones de atletas “que necesitan motivación e inspiración”.
La destacada levantadora de pesas aprovechó la ocasión para transmitir a los jóvenes que la disciplina es el fundamento del éxito de cualquier deporte y en todas las áreas de la vida.
“Sin disciplina es difícil alcanzar cualquier meta; se requiere orden en el hogar, en la familia, en el estudio y el trabajo, de tal manera que para mí significa obligarme a hacer lo necesario, aunque no me guste”.
En ese sentido, aconsejó a la juventud, en especial a quienes incursionan en el deporte, a ser pacientes.
“El éxito se obtiene con perseverancia, trabajo, paciencia, pasión, con mucha responsabilidad y compromiso, y con una visión clara de lo que se desea”.
Para ella, los atletas siempre deben tener presente que “somos representantes de una nación, de una patria digna, y que por esa razón estamos obligados a siempre que representemos a nuestro país, regresar victoriosos”.
¿Cómo siente usted que el pueblo recuerda a la muchachita de San Pedro de Macorís, que en tan poco tiempo se convirtió en toda una revelación en las pesas?, pregunto a Wanda, y con la modestia que transmite su mirada responde “Creo que con orgullo, como ejemplo de superación, entrega, disciplina y compromiso”. No se equivocó.
mem/mpv