Se apagó el Fuego Centroamericano en San Salvador esta noche hasta que retorne la ceremonia en Santo Domingo 2026, sede de los juegos del centenario, y un fiel acompañante de la hombrada salvadoreña de preparar unos juegos en apenas años y medio, cuando las reglas dan entre cuatro y seis años.
Aunque por tradición cada juego que termina es considerado como «el mejor organizado en su historia», la hazaña de San Salvador quedará grabada en piedra, será irrepetible como afirmó el dominicano Luis Mejía, “nunca apoyaré ni aconsejaré” dar una sede a un país con tan poco tiempo para preparar el evento.
Ahora fue necesario y El Salvador acogió el empeño y se convirtió, con esfuerzo, tensión permanente y exigencias, y retos de la Madre Naturaleza, en el salvador de los juegos.
Aquí estuvieron 35 países que se disputaron la gloria en 37 deportes y 53 disciplinas. México con 145 oros, 108 plata y 100 bronces encabezó la tabla para empatar con Cuba en más Juegos ganados, acompañado en el medallero por Colombia 87-92-65 y Cuba con 74-59-63, en la tercera plaza para cumplir los pronósticos precompetencia.
San Salvador le deja al país un legado en organización de eventos deportivos, instalaciones listas y aptas para empeños panamericanos, mundiales, de Liga de Diamante y sobre todo, la confirmación de que cuando se quiere, se puede.
Fueron los juegos del detalle, donde siempre hubo una solución a los imprevistos, donde la afición fue reflejo de solidaridad y hermandad.
El Salvador cumplió y la historia recogerá, escrito en la piedra, un ejemplo de coraje y valor. El Salvador fue sin objeción el gran y primer campeón de esta cita regional.
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